Pan ceremonial que en Noragugume, una ciudad de la Marghine (una región histórica con una rica tradición panadera), se preparaba con motivo de la víspera de Año Nuevo. Era el obsequio, rico en valores simbólico-rituales, que los propietarios reservaban a sus respectivos trabajadores, pastores o agricultores. El que consistía en la representación tridimensional —o más simplificada, según la técnica tradicionalmente utilizada y la habilidad del panificador— del recinto destinado al rebaño (sa mandra) con la figura del pastor y los animales estaba destinado a los pastores. Para los ganaderos, en cambio, se reservaba un cabuànnu con el corral (s'arzola) y el yugo de los bueyes. El propósito de este pan era muy propiciatorio, ya que su objetivo era promover ritualmente el éxito del año laboral. Esta ritualización simbólica del optimismo es muy comprensible en la nueva estación del Año Nuevo, llena no solo de expectativas, sino sobre todo de temores relacionados con las incógnitas de la naturaleza de las que dependía en gran medida el resultado del año laboral.
(Imagen de portada: «Cabuannu». ISRE)
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