El paso de la Edad del Bronce Final a la Edad del Hierro (900-500 a. C.) está marcado por cambios profundos, provocados por varios factores, entre los que no cabe duda de incluir el asentamiento permanente de los fenicios en Cerdeña.
Cambian los productos cerámicos, que vuelven a estar ricamente decorados en un estilo llamado «geométrico» y «orientalizador».
La estructura de algunos nuraghes cambia y sufren cambios importantes o incluso el desmantelamiento parcial de torres y bastiones, como lo atestigua el nuraga de Genna Maria en Villanovaforru.
La estructura de los pueblos cambia, con la transición de la cabaña circular aislada al complejo de entornos delimitados por un único perímetro de pared con un patio central común (el llamado «aislado»).
La producción de armas de bronce está aumentando, al igual que la producción de bronces. Las figuras de bronce, creadas a modo de votación, representan a varias figuras: arqueros, hoplitas, boxeadores, luchadores, varias figuras femeninas, varios animales, objetos relacionados con la vida cotidiana, maquetas de nuragas, naves espaciales y más.
Merece una mención especial el descubrimiento de grandes estatuas de piedra en la necrópolis de Monti Prama (Cabras). De hecho, se trata de artefactos artísticos que (con la excepción de las esculturas de la Grecia arcaica) no encuentran similitudes entre las producciones mediterráneas contemporáneas, aunque, hay que decirlo de ahora en adelante, precisamente la cronología de estas obras represente un grave problema científico.
Las esculturas de Monti Prama se encontraron en una necrópolis con entierros individuales, y este hecho ya es un hecho importante, ya que en la era nurágica la norma estaba representada por los entierros colectivos dentro de las «tumbas de los gigantes». Se encontraron unas treinta piezas, fragmentarias.
Estas esculturas representan, siguiendo un estilo iconográfico absolutamente coherente con el adoptado para la pequeña estatua de bronce, varias figuras humanas masculinas: arqueros, hoplitas, boxeadores. Sin embargo, además de figuras humanas, se encontraron varios ejemplos de los llamados «modelos nuraghe» (y esto también es un hecho importante), o esculturas que pueden interpretarse como representaciones a pequeña escala de este tipo de monumentos.
La creación, en piedra o bronce, de modelos de nuragas representa uno de los signos más llamativos y elocuentes de los profundos cambios que se están produciendo en el sistema cultural nurágico en este período, sobre todo si se relaciona debidamente con otro fenómeno de gran importancia: el cese de la construcción de nuevos nuraghes, el abandono de algunos de ellos y la destrucción parcial de algunos monumentos con la superposición de nuevas chozas (como resultado, por parte del los propios nurágicos).
En este contexto de cambios culturales, parece legítimo interpretar la creación de los modelos de nuraghe, así como de las grandes estatuas de Monti Prama, como símbolos explícitos de la memoria cultural a los que se ha confiado la tarea de frenar el riesgo de deriva identitaria que todo cambio cultural conlleva inevitablemente.
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