El renacimiento de la artesanía sarda, durante el siglo XX, se interpreta a menudo como un retorno a las raíces primitivas del arte tras la decadencia provocada a lo largo de los siglos por la influencia pisana, española y piamontesa.
Un cronista de «Il Corriere dell'Isola», al hablar de las producciones actuales, las define como «más cercanas al antiquísimo estilo sardo», cuya recuperación se debe a artistas atentos que «han añadido la línea curva a la línea geométrica y poligonal, como una evolución necesaria del diseño sardo, al fin y al cabo, ya presente en ciertas figuras primitivas de animales y hombres, expresadas instintivamente en pan sardo, trabajado con adoración por las amas de casa».
El sincretismo de formas que distingue muchos aspectos de la producción isleña, con un entrelazamiento de inflexiones populares, arcaísmos «étnicos» y discursos cultos, se percibe como el resultado de una continuidad entre el arte prehistórico, el arte popular y la artesanía contemporánea. Un estiramiento interpretativo que, sin embargo, refleja la conciencia de una «unidad étnica muy firme», como la define Luciano Moretti en «La artesanía de Italia», en la que se basa el movimiento actual, y que explica la total «ausencia de retórica» de los resultados obtenidos.
Mauro Manca también practica el tema nurágico, trasladando al tejido los resultados de su fase «mediterránea» de la primera mitad de la década de 1950 y los de las posteriores investigaciones de diseño, y diseñó una serie de alfombras atadas con figuraciones de agresivos guerreros nurágicos y símbolos arquetípicos, en blanco y negro y en color, para los tejedores de Dorgali. La línea «bárbara» de Manca se reconcilia con esa, promovida por Ubaldo Badas y Eugenio Tavolara, de «renovación en la tradición». Sin embargo, es esta última la que
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Autor : Melis, Carlo Alberto
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