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Vestido de gala Cagliari Panattara

Vestido de gala Cagliari Panattara

Vestido de gala Cagliari Panattara

El término panattara (conocido como panetera) designaba una categoría de profesión en el Cagliari del siglo XIX: mujeres que hacían pan y lo vendían principalmente en la puerta de su casa o, en el caso de los propietarios, lo compraban para revenderlo en su propia tienda.

El ejemplo del vestido de gala de Panattara que aparece en las fotografías data de finales del siglo XIX y se conserva en el Museo del Traje de Nuoro.

El casco se compone de dos elementos superpuestos.

El pelo lo recoge un cilicio negro (cambùsciu o scòffia), hecho de hilo de algodón, de clara ascendencia española, tejido con cinco agujas según la técnica del pibionis (con granos). Otra característica del gorro es una cinta de seda negra que envuelve la frente y cuyos extremos se atan detrás de la nuca. Por encima de los auriculares, se encuentra quizás el elemento más característico de este conjunto de ropa: la mantilla con una serie de 'e pratta (bordadas en hilo plateado), un manto muy grande de tela roja con la cabeza, bordeado internamente por una gran banda de satén de seda azul. Pero el detalle más llamativo coincide con los hermosos adornos en forma de trineo plateado, que se reflejan puntualmente en los motivos en forma de abanico de las mantillas de algunos vestidos de gala mallorquines.

La camisa está superpuesta por una chaqueta negra de satén de seda (Gipponi), moldeada y anudada en la parte delantera con una cinta negra. Cruzadas en el pecho, para cubrir completamente la camisa y los gipponi, aparecen las solapas de sa perra (tejido mamario triangular) y arranda, de tul bordado a modo de delantal (deventale).

La falda es de satén de seda azul, ancha, acampanada y muy larga para cubrir los pies (de ahí el nombre de pavo real). El impresionante volumen de la prenda estaba garantizado, no solo por la gran cantidad de tela utilizada para su embalaje, sino también por la presencia de una o dos enaguas.

Del conjunto de joyas incluido en este suntuoso conjunto de ropa, en las fotografías del ejemplar inmortalizado solo hay un rosario de plata con un rico apéndice de relicarios. En realidad, la mujer que llevaba este tipo de vestido rara vez no llevaba pendientes. Estos últimos, generalmente en oro, podían ser del llamado modelo pàlia (en forma de pala), o del tipo amurallado, con el elemento colgante terminal, hecho de perlas de escaramuza agregadas, similares a las de una mora. En cuanto a los collares, se podían llevar solos como cannaca (collar con grandes agujeros dorados) o en combinación con una cadena de varias vueltas (narciso o gueto). Se colocaron dos broches (bròscias) en el tejido mamario. Las fotografías y representaciones de finales del siglo XIX muestran, como lo confirman las investigaciones etnográficas, la presencia de su dòminu, un colgante en lámina de oro y perlas de escaramazze, con un perfil femenino en el centro, que representaba, a nivel simbólico, el poder de la propietaria.

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21/4/2024 - 12:10

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