El Neolítico Medio (4000-3400 a.C.) fue testigo del nacimiento de la cultura Bonu Ighinu. El nombre con el que se designa a esta cultura deriva del sitio que arrojó la primera evidencia arqueológica. Se trata de la cueva de Bonu Ighinu (también conocida como Sa Ucca 'e su Tintirriolu) en el territorio de Mara, en la zona de Sassari. 
La consolidación de los logros neolíticos en la producción agrícola, ganadera y cerámica, así como en las prácticas de vida de las comunidades humanas, se remonta a esta fase cronológico-cultural. 
Uno de los testimonios más explícitos de este fenómeno proviene de las producciones cerámicas atribuibles a la cultura de Bonu Ighinu. Se trata de diversas formas vasculares, que incluyen jarrones y cuencos carenados, con asas zoomorfas o antropomorfas, que se caracterizan por superficies brillantes de color marrón oscuro, a menudo decoradas con grabados o estampados. La notable calidad técnica de estos artefactos atestigua un progreso innegable en la capacidad de controlar el proceso tecnológico que supervisa la producción de productos cerámicos. La creciente variedad de formas vasculares también es un reflejo significativo del aumento de las necesidades económicas del pueblo bonu ighinu. 
En lo que respecta al entorno funerario, son característicos las tumbas rupestres y el ajuar funerario que acompañaba a los difuntos en el más allá. En este sentido, cabe destacar que la necrópolis de Cuccuru es Arrius, en el territorio de Cabras, donde se encontraron numerosas estatuillas de «diosa madre» esteatópica, con formas femeninas muy pronunciadas. Este tipo de artefacto ofrece un testimonio material de gran importancia: de hecho, representa una clara prueba arqueológica de la existencia de un mundo espiritual y religioso en el que las comunidades humanas de este período tuvieron que encontrar «refugio».
Actualizar
Textos
Autor : Foddai, Lavinia
Autor : Foddai, Lavinia
Resultados 2 de 887215
Ver todoVideo
Comentario