Los documentos de archivo dicen que después de mediados del siglo XI, Cerdeña se dividió en cuatro reinos o juicios. A la cabeza de cada uno hay un rey o juez, dotado de una autoridad suprema. Cada juez está dividido en curatorios, que corresponden a la división eclesiástica en la diócesis.
El territorio está defendido militarmente por castillos, que ocupan las cimas de las colinas. La población está reunida en ciudades costeras y en numerosos pueblos repartidos por todo el territorio, encabezados por iglesias. Las más grandes son las catedrales y las abadías, de las que dependen otras iglesias, parroquiales o monásticas.
Hasta principios del siglo XIV, la arquitectura románica floreció, especialmente a lo largo de la franja costera y en las fértiles llanuras de la mitad occidental de la isla. La oriental, montañosa y tacaña, con amplias zonas llanas que se prestan a la explotación intensiva de los recursos agropastoriles, es pobre en las ciudades y, por lo tanto, en las iglesias románicas, incluso en el campo. Estos últimos se concentran desde Logudoro hasta Campidano, con importantes monumentos en Gallura, Montacuto, Goceanarium, Meilogu, Planargia, Montiferru, Trexenta, Marmilla o Sulcis, donde todavía constituyen un signo fuerte en los paisajes isleños urbanos y rurales.
Cuando se insertan en el contexto de la ciudad, funcionan como el punto de apoyo de un tejido medieval a menudo intacto. Cuando están solos en el campo, documentan la antigua existencia de un pueblo abandonado. Mucho más que castillos medievales, en su mayoría reducidos a ruinas, las iglesias románicas representan mejor lo que queda de una época pasada, en la que la isla supo expresar una civilización arquitectónica de nivel europeo.
El románico es el primer lenguaje artístico verdaderamente internacional. La arquitectura románica es particularmente importante en Cerdeña por varias razones. En primer lugar, la ausencia de actividad sísmica la ha preservado de la destrucción sufrida, por ejemplo, en el sur de Italia. Además, el empobrecimiento de la isla tras la conquista aragonesa en el siglo XIV ha impedido a menudo que las iglesias románicas se transformaran con el tiempo, por lo que muchas de ellas nos llegan con sus formas originales entre los siglos XI y XIII.
Por último, no debemos pasar por alto la originalidad y la relevancia objetiva, incluso numérica, de las iglesias románicas de Cerdeña: hay más de 150 que conservan estructuras importantes. En este paisaje destacan las catedrales y parroquias, las abadías y las iglesias monásticas, en su mayoría construidas en piedra y desprovistas de las pinturas murales que las decoraban. Algunas, sin embargo, conservan frescos o interesantes decoraciones escultóricas.
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