Uno de los signos arqueológicos más elocuentes e inequívocos de la entrada de los homínidos del Paleolítico en la condición que llamamos humana es, sin duda, el descubrimiento de huellas relacionadas con la práctica de enterrar a los muertos pertenecientes a su grupo. En la historia de la humanidad, fue en el Paleolítico Medio cuando esta práctica se manifestó por primera vez.
En Cerdeña, sin embargo, según el estado actual de los conocimientos, no tenemos evidencia arqueológica relacionada con este período. Los primeros testimonios isleños relacionados con la aparición de prácticas funerarias se remontan al Neolítico Medio, más precisamente a la cultura de Bonu Ighinu.
Precisamente, la diferenciación de las prácticas funerarias durante el Neolítico representa uno de los elementos más importantes de la cultura material para el arqueólogo en la difícil tarea de articular la historia de Cerdeña en culturas.
Sin embargo, cabe recordar que una de las formas de enterramiento más típicas y duraderas de Cerdeña es la de las personas enterradas en las llamadas «domus de janas» (casas de hadas), las cuevas artificiales en las que se colocaban varios cuerpos. Las «domus de janas» aparecen en el Neolítico reciente (cultura de Ozieri), pero su uso persiste incluso en el Eneolítico posterior, gracias a la práctica de la reutilización.
También cabe mencionar otras formas de enterramiento: las tumbas circulares, las tumbas megalíticas (dolmen y allée couverte) y las tumbas hipogeo-megalíticas (cueva artificial con entrada megalítica).
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Autor : Usai, Luisanna
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