Para cambiar el equilibrio relativo establecido en Cerdeña en la época fenicia entre diferentes fuerzas culturales, los púnicos o los «fenicios» de Cartago, la poderosa colonia fenicia fundada en el norte de África a finales del siglo IX a.C., llegaron a la isla a mediados del siglo VI a.C. El paso de Cerdeña bajo el dominio cartaginés acentuó aún más el fenómeno de la integración entre Sardis y los fenicios. Este fenómeno se mantuvo activo durante mucho tiempo, incluso después de la conquista romana de la isla.
Por el contrario, el encuentro en la isla entre fenicios y cartagineses provocó ese conflicto que no se había manifestado en el contacto entre los pueblos nurágico y fenicio.
Los datos arqueológicos recopilados en Monte Sirai, uno de los sitios clave para la estrategia fenicia y púnica de control territorial de la isla, muestran signos evidentes de destrucción e incendio que se remontan precisamente al momento en que los cartagineses llegaron a Cerdeña.
El éxito de las ambiciones de los cartagineses de conquistar la isla también se vio facilitado por la alianza político-militar con los etruscos, que tuvo repercusiones no solo a nivel local, sino también en el tablero de ajedrez mediterráneo.
La presencia cartaginesa se vio reforzada por la creación de nuevas ciudades, como Cornus (Santa Catalina de Pittinuri) y Neapolis (Guspini). También se crearon nuevos centros y fortificaciones más pequeños dispersos en varias áreas del territorio de la isla.
La explotación agrícola, destinada en particular a la producción de cereales, se hizo particularmente intensa en esta etapa.
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