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Las obras públicas del régimen

Las obras públicas del régimen

Las obras públicas del régimen
El

fascismo hereda algunos de los problemas no resueltos de la ciudad «burguesa»: el creciente contraste entre el centro y la periferia y la atención predominante a la arquitectura individual con poco interés en el contexto; desde la brecha cada vez más visible entre la arquitectura valiosa y la construcción actual hasta la preocupación por el diseño formal de la ciudad más que por sus necesidades reales.

Con el advenimiento del fascismo, el atraso de la isla se puso de relieve por un débil tejido urbano, reducido según un censo de 1921 a una población de ciudades extremadamente pequeña (alrededor del 10%) y un porcentaje muy alto de residentes en pueblos pequeños.

De un paralelismo con Sicilia, similar en área y condiciones geográficas, se descubrió que las ciudades de entre 20 000 y 50 000 habitantes tenían 19 frente a las dos sardas: Cagliari fue aún más lejos con sus 61 417 residentes, mientras que Sassari sumó 44 148. Iglesias tenía unos 19.000 habitantes, mientras que las futuras capitales de provincia, Oristano y Nuoro, estaban aún menos pobladas, con 10.153 y 8.534 residentes, respectivamente.

Los acontecimientos de la ciudad bárbara, que en 1927 se convirtió en la «Provincia de Littorio», ilustran la evolución de un pequeño pueblo de la ciudad, con edificios públicos representativos, pero también de viviendas para los nuevos burócratas, que renovaron por completo un tejido urbano que todavía era un pueblo.

Muchas de las ciudades sardas se incluyeron en el grupo de los numerosos planes reglamentarios redactados, pero raramente implementados, en Italia en los veinte años. A pesar de una legislación extremadamente deficiente que se remonta al siglo XIX, el número de planes regulatorios y de expansión fue muy elevado, también debido a la práctica de la competencia.

La primera ley de planificación urbana del estado italiano no se aprobó hasta 1942 en un país ahora asolado por la guerra, lo que puso en tela de juicio los numerosos planes ya aprobados, incluidos los sardos.

El fascismo también hereda algunos de los problemas no resueltos de la ciudad «burguesa»: el creciente contraste entre el centro y la periferia y la atención predominante a la arquitectura individual con poco interés en el contexto; desde la brecha cada vez más visible entre la arquitectura valiosa y la construcción actual hasta la preocupación por el diseño formal de la ciudad más que por sus necesidades reales.

La respuesta del régimen es una política de intervención basada esencialmente en dos puntos: la competencia por los planes regulatorios, casi siempre destinados a quedarse sin implementación y, en cualquier caso, alejados de la acción demiúrgica que se les asigna; las intervenciones de destripación y adelgazamiento para la rehabilitación higiénica del centro de la ciudad.

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20/9/2023 - 11:36

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