Los curanderos que actualmente todavía practican este rito terapéutico, según lo que se desprende de la investigación, son 47, de los cuales 45 son mujeres y 2 hombres. Casi todos estos curanderos se concentran en las provincias de Cagliari y Nuoro (25 y 17 respectivamente). Hay alrededor de 3650 personas que utilizan esta terapia durante un año.
El número de curanderos que han aprendido esta práctica terapéutica en la familia es casi igual al de los que la han aprendido de desconocidos o de personas del vecindario. En el campo del aprendizaje, es común la experiencia de quienes, de enfermo y sanado, se convierten a su vez en sanadores.
Todos los ritos terapéuticos tienen como base común la recitación del brebus y las oraciones, aunque difieren en los elementos utilizados y en la estructura del rito. En algunos curanderos, el elemento central del rito es el agua, posiblemente bendecida, que el curandero da al enfermo para que pueda rociarla, marcándose con la cruz; otros, en cambio, la arrojan repentinamente sobre el cuello del enfermo para que se asuste.
Un grupo numeroso de curanderos sigue practicando el rito terapéutico con fumigaciones. Los elementos utilizados para producir humo son los siguientes: incienso, palma y diversas flores bendecidas, la cera del Santo Sepulcro el Jueves Santo, o de la Candelaria o incluso de cualquier vela bendita, laurel y romero. Alguien quema, junto con estos elementos, un trozo de tela de una prenda que lleva el enfermo o un mechón de su cabello. Hay quienes también arrojan café molido sobre el recipiente que contiene las brasas, para aumentar la producción de humo.
En el rito mágico-terapéutico de la fumigación, el tabaquismo desempeña un papel fundamental, porque elimina la sombra que se había depositado en el cuerpo del paciente a consecuencia del miedo. Y dado que esta sombra tiende a asentarse en el cuerpo del primer ser vivo que encuentro, los curanderos descartan rotundamente que otras personas puedan asistir al rito. Alguien, por otro lado, practica el rito en presencia de un perro, quien debería cubrirse con la sombra, evitando así dañar a otra persona.
En el rito de otro grupo de curanderos, el elemento central es la tierra, posiblemente extraída del lugar donde ocurrió el suceso que provocó el miedo.
Algunos de estos curanderos de esa tierra practican entonces el rito de la «imbruscinadura», haciendo que el enfermo se extienda sobre ella e invitándolo a hacer movimientos cruzados. Otra persona, mientras recita las oraciones, rodea al enfermo y deja que una parte de esa tierra caiga sobre su cabeza. Otros vierten la tierra en un vaso y le añaden agua, de la que el enfermo debe beber tres sorbos.
Todavía hay curanderos que practican el rito de la «imbruscinadura» en el cementerio, que consiste en esparcir al enfermo en tres tumbas de personas que han muerto violentamente y en un necróforo que prepara medicamentos para el miedo con los huesos de los muertos.
Por último, el rito terapéutico realizado por un curandero de Villanovatulo es muy especial.
Este va a una encrucijada y aquí recoge, una por cada rama del crocicchio, cuatro piedras del tamaño de una mano cada una. Para la ejecución del rito, estas piedras deben estar al rojo vivo y luego verterlas en un recipiente que contenga agua para producir vapor, con el que se debe sumergir al enfermo. Es evidente que en este rito el vapor tiene la misma función que el humo en el rito de fumigación que vimos antes.
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